Cuando estamos pasando por una temporada de adversidades, parece que solemos enfocarnos solo en los problemas. Con frecuencia no vemos ningún valor en nuestro sufrimiento. Pero Dios tiene propósitos específicos para permitir que atravesemos tiempos difíciles.
Una de las razones por las que Él puede permitir la adversidad es para enseñarnos a aborrecer el mal. Usted puede ser reticente a usar la palabra aborrecer en cualquier situación, pero esto es precisamente lo que la Palabra de Dios nos manda a hacer. El Salmo 97.10 proclama: “Los que amáis al Señor, aborreced el mal”.
¿No es cierto, sin embargo, que a menudo no actuamos como si aborreciéramos el mal? En muchos casos nuestra tendencia es jugar con él, manteniéndolo cerca para nuestra diversión, y poniendo excusas por su presencia en nuestra vida. Podemos decir: “Bien, no puedo escapar del mal en este mundo. ¡Está a mi alrededor! Creo que lo mejor que puedo hacer es tratar de manejarlo”. ¡Qué engaño es esto! No se nos manda manejar ni a manipular el mal. El mandamiento es que aborrezcamos su presencia misma. El Salmo 37 dice: “Apártate del mal y haz el bien, y vivirás para siempre” (Salmo 37.27). ¡Cuando veamos el mal, debemos darnos la vuelta y correr en la dirección contraria!
Sí, vivimos en un mundo donde el mal está presente en todo, y no podemos evitarlo en todo momento. Sin embargo, podemos alejarnos de situaciones particularmente tentadoras. El Padre celestial puede ayudarnos a reconocer las trampas del maligno en nuestra vida. Oremos y pidamos a Dios sabiduría y fortaleza para evitar esas trampas
Fuente: www.encontacto.org