La manera más evidente de apartarse de la voluntad de Dios es pecar intencionalmente. De hecho, es tan evidente que usted pudiera preguntarse el porqué lo señalo. La razón es que muchas veces escucho a cristianos tratando de justificar la obediencia parcial.
El rey Saúl ofreció muchas excusas para ignorar las instrucciones del Señor. Dios había ordenado a los israelitas que destruyeran a los amalecitas y todo lo que tenían. Pero dejaron con vida a los mejores animales y también a su líder, Agag. Muy orgulloso de sí mismo, Saúl le informó a Samuel que había hecho lo que le había sido ordenado, aunque se había quedado con algunos animales (1 S 15.15); y para justificarlo, trató de culpar a otros. Sin embargo, los súbditos de un rey no pueden actuar de una manera tan atrevida sin su conocimiento y permiso.
Además, Saúl no se detuvo allí. Dijo que había salvado a los animales con el fin de sacrificarlos para Dios, lo cual debió de haberle sonado muy reverencial a sus propios oídos. Pero Samuel no se dejó engañar; llamó la acción de Saúl por su verdadero nombre: obstinación (1 S 15.23).
Nuestras razones para obedecer parcialmente pueden parecer lógicas, pero eso sigue siendo rebeldía. Las excusas y las justificaciones no harán cambiar a Dios en lo más mínimo. Él no modifica su voluntad para complacer los deseos o el “sentido común” de las personas, sino que busca seguidores fieles.
¿Está usted tratando de justificar alguna decisión o conducta? Recuerde que la obediencia parcial es, en realidad, desobediencia a los ojos del Señor, y ningún pecado vale la pena como para permanecer fuera de la voluntad de Dios.
1 Samuel 15