Cuando Jonás huyó del Señor, probablemente pensó que había escapado de una tarea indeseable. Pero la rebeldía nunca hace que la vida sea mejor o más fácil. Pronto se encontró en una situación aun menos agradable: un desesperado viaje dentro de un pez. En la historia se destacan dos cosas:
1. La determinación de Jonás de escapar. El renuente profeta abordó una embarcación que iba en dirección contraria. Quizás usted ha tenido el mismo problema que Jonás: los planes de Dios no coinciden con los suyos. Podemos vivir tranquilamente y en dulce comunión con el Señor hasta el día en que Él nos pida que hagamos algo que no nos gusta. Es cuando se prueba nuestra devoción a Dios. Si usted se opone, Él dejará que una tormenta haga estragos en su alma, hasta que se someta a su autoridad.
2. La persistencia de Dios de perseguirlo. Como profeta, Jonás tenía que hablar en nombre del Señor, un compromiso que Dios toma en serio. Usted notará en el pasaje de hoy ciertas acciones que el Señor tomó para ayudar a Jonás a cumplir con su obligación. Dios “hizo levantar un gran viento en el mar” (Jon 1.4) y “tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás” (Jon 1.17). Si nos resistimos a Dios, Él pondrá presión sobre nosotros para captar nuestra atención y traernos otra vez a Él. Eso demuestra lo importantes que somos para él.
La rebeldía tiene un precio alto. Perdemos no solo la paz y el gozo, sino también oportunidades para servir a Dios en el futuro. Las consecuencias pueden llegar hasta la eternidad. Usted no querrá estar delante de Cristo, sabiendo que la desobediencia le condujo a la pérdida de recompensas eternas.
Fuente: https://www.encontacto.org/lea/revista/devocionales-diarios/el-alto-precio-de-oponerse-a-dios